Leyendas de Guanajuato: El ahorcado de Mexiamora 💀

plazuela de guanajuato

Después de la toma de la Alhóndiga de Granaditas el 28 de septiembre de 1810 y de la muerte del intendente Riaño, el ejército realista se apoderó de Guanajuato para escarmentar a la población, el Padre Belaunzarán calmó la ira.

El 26 de noviembre de 1810 dos jefes realistas construyeron horcas de madera que serían instaladas en cada Plazuela. Fueron colocados en las Plazuelas del Ropero, Mexiamora, La Compañía, San Diego, San Juan, San Roque, El Baratillo, Granaditas y San Fernando, así como en los minerales de Marfil, Valenciana y Mellado. La horca de la plaza mayor estaba colocada en forma permanente en ese sitio.

El 27 de noviembre de 1810 iniciaron las ejecuciones, para la horca de Mexiamora fueron destinadas 23 víctimas, entre ellos, iba un muchacho de 22 años, minero de Mellado y compañero del Pípila.

Empezaron las ejecuciones, uno tras otro, el último en sufrir la pena fue el muchacho de veintidós años, pidió que fueran a ver a su madre Rosario Medina quien vivía en Mellado, para que le dijeran que su hijo había muerto y no lo esperara jamás.

Cuando le colocaron la soga, gritó:

«¡viva la libertad!, la fogata se ha extinguido y todo está en tinieblas».

Les costó trabajo levantarlo, lograron suspenderlo, pero la cuerda crujió, se reventó y el joven muchacho cayó muerto.

El sacerdote era el único que acompañaba a los muertos, de pronto, escuchó una voz ronca que le decía: ¡Padre!

El último condenado tenía vida y sentía un dolor tremendo en la garganta, lo asistieron en el Convento de San Francisco de la Tercera Orden. Tiempo después se recluyó en el templo del mineral de Cata, por habérselo ofrecido así al santo señor de Villaseca tomando el hábito de la Virgen de Guanajuato.

Una tarde Luis Camacho fue al templo a rogarle al santito le perdonará sus culpas y pecados por haber sido verdugo, en eso se le apareció el ahorcado de Mexiamora, asustándose pensando que este venía del otro mundo a reclamarle la vida que le arrancara en el patíbulo, se fue corriendo gritando, hubo la necesidad que la ronda lo aprendiera y lo llevara a la cárcel, después contó lo sucedido y se volvió loco.

Páginas 162 a 168.

Leyenda de Ezequiel Almanza Carranza.

Libro de leyendas de Guanajuato: “Como me lo contaron se los cuento”.

Gabriel Medrano de Luna

Universidad de Guanajuato 2017.

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